Una mujer crea casi que un vínculo de complicidad con sus tacones cuando se trata de jugar el eterno y maravilloso juego de la seducción.

Acaso no es un deleite para la vista ver a una mujer aproximarse con sus pies portando unos hermosos tacones, escuchar el sonido de sus pasos, imaginarte las huellas que dejarían en sus pies… Escudriñar entre sus dedos buscando el aroma que el llevarlos por un buen tiempo dejaría?

Y pues ni que decir del  momento en que al despojarse de ellos y desnudarlos lentamente transforma en realidad todos esos trazos de imaginación previa.

Esta «escena» realmente es una prueba feaciente de la gran sensibilidad que todos nosotros los fetichista de pies y/o podólatras poseemos…  Yo con solo imaginar vivir ese momento en una especial compañía me estremezco.

2013-09-26 00:00:00