Tantas veces ha sido mencionado tu nombre al lado de la palabra «diosa», que al final la realidad, como a menudo ocurre, ha superado a la ficción, golpeándonos con gran contundencia a través de un casi cegador destello de luz.
El destello de luz que no solo reflejan, sino que emiten tus sandalias doradas cuando son penetradas y preñadas por tus pies.
Un coito perfecto de la perfección del diseño con la maravilla humana que representan tus dos pies. Pies perfectos, que adquieren un aspecto soberano y supremo cuando quedan unidos a la perfección a esas sofisticadísimas sandalias doradas con unas plataformas de aspecto tan potente e intimidante que no parecen otra cosa que altares desde los cuales una DIOSA debe mirar el mundo y a todos los que la rodean teniendo la inmensa fortuna de vivir en su presencia y dedicar su existencia a adorar los entronizados pies de Yelahia, que representan a la perfección hecha mujer.
Es la excepción que quiebra la norma. Colo tantas otras veces, muedtras que, aunque pisas suelo, eres capaz de caminar a una altura que resulta difícilmente alcanzable para el común de los mortales y en lugar de embellecer el zapato al pie, embellece el pie al zapato y lo eleva a una categoría nunca antes conocida hasta la fecha.
La simbiosis de la mujer de pies perfectos con una obra de arte del diseño sandaliar, dando como lugar a lo que podemos ver en las fotos: El Fetiche SUPREMO.
Postrémonos ante tí, DIOSA Yelahia y besemos las uñas de tus pies hasta quedar sin aliento una y mil veces.
Ruega por nosotros y hágase tu voluntad.