Querida Yelahia mía,

Te agradezco nuevamente por todas esas fotos que me gustan mucho. Es siempre un inmenso placer ver tus pies perfectos y tus plantas arrugadas. Esa sonrisa tuya que quiero tanto sigue volviéndome loco. Nunca me canso verla. Tu sonrisa sigue calentando mi corazón y tus pies continúan de estar en mis pensamientos.

Espero que estés lista para una nueva historia. Siéntate bien en tu cama o en el asiento y prepárate a sonreír de nuevo:

Estamos en verano y me has invitado a celebrar las fiestas navideñas contigo. Llego al aeropuerto de Medellín y te llamo para informarte que estoy en camino y estaré en tu casa dentro poco.
Minutos después, llego a tu casa, y llamo a la puerta. Me dices que ya está abierta. Entro y te veo, aún más preciosa que en mis sueños. Me estabas esperando. Estás vestida de una manera muy sencilla, de unos jeans azul oscuro con una camiseta blanca, te regalaste una nueva pedicura y pintaste tus uñas del color rojo tinto unas horas antes de que llegara yo y estás llevando tus flips-flops transparentes.
Por mi parte, también estoy llevando unos jeans, una camisa blanca con mangas cortas y también me regalé una pedicura unas horas antes que tomara el avión;
Me descalzo, y me pongo los flips-flips que me habías mandado unos meses antes.

Como siempre, te traigo un enorme ramo de rosas rojas, que pongo en un florero. Hueles las flores y me abrazas largamente para agradecerme y también darme la bienvenida.
Y como es Navidad, tengo unos regalos para ti. Pero antes de que te los dé, vas a sentarte en el sofa, y me uno a ti, con 2 vasos de zumo de naranja. Hablamos de la vida y de lo que nos gusta.
Tras nuestra charla, voy a la cocina para prepararnos tu plato favorito, y nuevamente, lo acerté. Cenamos, te encantó mi plato y me dices que soy un super cocinero.

Me abrazas nuevamente para agradecerme. y regresamos a sentarnos en el sofa. Comienzo a darte tus regalos. Te doy un surtido de chocolates belgas y suizos, que son deliciosos. Te regalo nuevos tacones negros, productos para el cuerpo, y también nuevos jeans. Te gustan mucho mis regalos y también tienes unos regalos para mí.
Me regalas unos jeans azul oscuro, nuevos zapatos, una corbata y una camiseta. Te abrazo a mi vez y te agradezco mucho.

Luego, nos quitamos los flips-flops y nos sentamos de tal manera que podemos tocar los pies de una y otra persona. Miras mis pies y me pides que los ponga en tus piernas porque quieres ver algo. Es una excusa y empiezas a regalarme cosquillas suaves con tu nueva manicura. El dulce sonido de las uñas en la piel me da los escalofríos. Me gustan mucho tus cosquillas, como siempre. Eres una maestra y manejas este arte a la perfección. Notas que mi pies son muy dulces y sigues con las cosquillas. Te hace reír y yo también. Hueles mis pies y no huelen, besas mis plantas y continúas en jugar con ellos.

A mi vez, tomo tus pies con mucha dulzura y también te regalo cosquillas. Te pones a reír mucho porque tus plantas son aún más sensibles con la pedicura. Las huelo y las beso. Tampoco huelen, y me encanta su dulzura, su perfección, su belleza…

Nos abrazamos otra vez y te digo que estoy cansado. Me invitas a tu cama, me quitas la camisa y me regalas cosquillas suaves en el vientre y en la espalda. Me encanta y poco a poco me estoy durmiendo. Me besas la frente, te acuestas a mi lado, y dormimos.

Espero que te haya gustado esta nueva historia, que hayas podido hacer trabajar tu imaginación y que te haya hecho sonreír.

Mil besos y cuídate mucho. Te adoro