¡Hola, Ye!

Muchas gracias por esas fotos. Me encantan.
Tus pies son perfectos y siempre es un gran placer verlos. Ojalá pudiera estar a tu lado para jugar con ellos…

Dame tus pies para que te regale un masaje, cierra los ojos, e imagínate la escena siguiente:

Me has invitado a pasar el fin de semana contigo y me has dicho que puedo dormir en tu casa.

Llego a tu casa con rosas rojas y un paquete de chocolate. Me abres la puerta, te abrazo, y me descalzo. Me abrazas nuevamente para agradecerme de las rosas y vas a ponerlas en un florero. Pones el chocolate en el frigorífico porque hace mucho calor.

Luego, me siento a tu lado. Charlamos, te pregunto a próposito de tu salud (y la de tus familiares) y veo que estás jugando con esos coches de juguete y ese pequeño personaje.

Seguimos charlando y me dices que me gustó mucho cuando jugué con esos coches en la sesión precedente, y que te gustaría que lo hiciera de nuevo. Me hace sonreír y te contesto que me encantaría hacerlo otra vez.

Te quito los zapatos y empiezo a oler tus pies. Están calientes pero no huelen. Sólo hay el olor de la piel y me gusta mucho. Sigo con unos besos, y veo que te encanta mucho. Siempre te han gustado los besos en los pies.

Tomo un coche en mis manos y empiezo a hacerle rodar en tus plantas arrugadas. Te hace reír porque te hace cosquillitas, que te encantan.
Continúo con el personaje, le hago caminar en todo tu pie, de los dedos al talón, y te hace aún más reír.

Minutos después, tomas mis pies descalzos con mucha dulzura, les hueles y les besas. Tampoco huelen, pero están fríos, lo que notas y les calientas.
Tomas un coche y lo haces rodar en mis plantas, lo que me hace reír también. Y seguimos así toda la tarde, jugando con nuestros pies y charlando.

Veo que tus ojos están cerrándose. Las cosquillitas de los coches te hicieron reír, pero al mismo tiempo, te mecieron. Noto también que estás temblando, porque aunque hizo mucho calor, hace frío en la noche. Voy a buscar una cobija que te pongo para que no tengas frío y te dejo dormir.
Voy a acostarme y estoy sonriendo porque podré estar 2 días enteros contigo.

El día siguiente, para ayudar a despertarte, te regalo unas cosquillitas suaves en los pies, lo que te hace sonreír. Y empezamos nuevamente con otras cosquillas y charlamos nuevamente de todo.

Antes de que me vaya, me abrazas durante unos minutos y me agradeces muchísimo porque te encanta estar conmigo, te encantan nuestras conversaciones, mis cosquillas y el hecho de que cuido de ti. Te agradezco también por la persona adorable que eres, el enorme corazón que tienes, te abrazo, te beso en las mejillas y en la frente, y me voy.

Espero que haya gustado esta historia y que podamos hacerla realidad cuando nos veamos.

Mil besos y cuídate mucho. ¡Díos te bendiga! Te adoro